miércoles, 31 de marzo de 2010

miremos otro aspecto

aca les comparto algo que escribi hace mucho y que sigo escribiendo que es una forma de seguir pensando..es algo sobre el cuerpo..porque convengamos que en el carnaval es el cuerpo el protagonista....
luego me gustaria conocer que les a parecido...cariños ..latorda

"A veces el cuerpo se nos presenta implacable ante nosotros y nos pide respuestas. Ese cuerpo que nos permite ser, a la vez nos urge con sus necesidades.
No siempre podemos responder a lo que él desea.
A veces, actuamos como si la dimensión corporal fuera ajena a nosotros mismos. Es el momento en que nuestra mente, nuestra psiquis domina el ámbito de lo corpóreo y dirige los deseos. Este momento puede ser alternante, efímero, medido o continuo. Nuestro cuerpo entonces aprenderá a subordinarse automáticamente, o podrá encontrar escapes a través de actos de rebeldía o elegirá la opción de aparente adecuación, soportando la tensión del no poder manifestarse.
Pero es él, quien dice qué somos.
Y sin embargo, se es a partir de su dominación, por lo menos en esta sociedad en la me encuentro.
Tal vez en este proceso de adecuación de lo corporal a lo aceptado por nuestro entorno, radique la posibilidad de vivir en plenitud o a medias.
El manejo entre lo que nuestro cuerpo nos pide y lo que nosotros definimos como posible, filtrado por lo aprendido, lo exigido por nuestro medio y lo aceptado como conducta para nosotros mismos es complejo.
¿Lo fue siempre? ¿Lo es para todos?
¿Cada modelo cultural propone una relación mente cuerpo particular?
Muchas veces la forma de expresar lo que sentimos o necesitamos a través de lo gestual corporal, califica a esa persona y la ubica en diferentes status, prefijado por otros, pero que pone en evidencia lo esperable vs. lo no permitido.
Una carcajada a destajo, un tono de voz alto o sumamente bajo, la forma de balancear los brazos al caminar, la forma de cruzar o no las piernas al sentarnos, la forma de estornudar o de bostezar, es decir todo aquello que manifiesta lo que nos pasa y como nos pasa, está determinado por un modo y un tiempo que nos definirá como correctos o incorrectos.
Si salimos de lo gestual puramente postural, y tratamos de adentrarnos en otras instancias del cuerpo, también encontraremos situaciones similares y no deja de ser llamativo como el grado de disfrute de comer por ejemplo o de reaccionar frente a una película muchas veces se acota según los límites que le imponemos a nuestra posibilidad de expresarnos.
El comer con las manos parecería como mas disfrutable que comer con los cubiertos, reír o llorar a destajos, abiertamente, sin vergüenza aparece como más intenso que contenerse y moderar la respuesta. Sin embargo no siempre o no todos se animan a hacerlo.
El cuerpo limitado, domesticado, acotado parecería sinónimo de refinación y de sectores inteligentes, sin embargo nos condena a vivir a medias. ¿Es eso inteligente?
Esta dicotomía nos pone frente a una falacia: elegir entre educación o pasión.
Esta falsa opción, ubica a las personas en veredas opuestas y nos muestra como diferentes.
Esta brecha calificatoria condiciona nuestro accionar, y en un intento por ser aceptado en algunos ambientes nos exigen que subordinemos lo corporal a los códigos establecidos en esos círculos.
El soltar el cuerpo aparece como temido.
Un hombre o una mujer que es capaz de bailar desenfrenadamente, soltarse el pelo, descalzarse, sacarse la corbata o desabrocharse atrevidamente una blusa, asustan.
Asustan.
Asustan, porque si pueden hacer eso con el cuerpo, cuantas cosas más podrían hacer con sus pensamientos, sus sentimientos, su obrar.
La dimensión cuerpo, concreta, palpable, presagia entonces una manera de ser, una determinada forma de pensar, un anticipo del obrar.
Las personas en un intento de salvarse dentro la sociedad en que viven, aprenden desde muy pequeños a mostrar aquello que saben que les procura tierra segura para su andar en el medio, señalado para ellos.
Al ir creciendo, la vida, el destino, los ubica frente a diferentes opciones, y en cada decisión podrían modificar lo aprendido y ofrecido, sin embargo esto a veces presupone renunciar a los privilegios que vienen acoplados a esta programación familiar y social. Por lo que inician el proceso de olvido. Y se sienten seguros aceptando la propuesta.
Otros deciden mantener lo corporal a modo de máscara que tranquiliza, mientras la mente: las ideas, las convicciones, los valores inician un viraje hacia otros territorios. El corazón, con sus opciones se suma a este proceso y de a poco los individuos van sintiendo como el cuerpo ajusta, oprime, limita. Y se ponen en marcha diversos mecanismos para ayudar al cuerpo a acotarse. Pese al grito interior de liberación.
Son pocos los que realizan el verdadero salto, aflojando el cuerpo y permitiendo que se exprese fielmente el interior, disfrutando de las emociones sin barreras, permitiendo escucharlo, siendo capaces de
Arriesgarnos a sensaciones corporales diferentes…. Parecería que el ser respetable, en esta cultura, trae como añadidura que el cuerpo no esté en juego.
Las personas avanzan más fácilmente en el campo de las ideas….en el campo de la dialéctica….y hasta en algunas formas de darse a conocer….con opiniones jóvenes, actualizadas, impertinentes, inesperadas, provocativas, que hasta descolocan a los interlocutores, y presuponen cierta decisión de promover la libertad interior, de permitirse cuestionar a los propios principios, de fractura con lo establecido, de avanzar hacia territorios alternativos, de internarse con lo diferente, con lo marginal, con lo excluido.
Sin embargo, son pocos los que se animan al salto más importante. Ese que permite no decir con lenguaje escrito u oral, sino con el corporal. Ese lenguaje que naturalmente comunica el murguero/a, ese lenguaje temido, ese que sorprende y hasta algunos asusta. Esa manera desenfrenada de decir acá estoy.
La sociedad dominante recompensa a los cuerpos neutros. Y aborrece los que son liberados por eso de alguna manera establece mecanismos para contribuir a evitar el desborde.
No opera sobre lo que se siente: sabe que existen las turbulencias pero espera que se reacomoden permitiendo solo sensaciones de sereno placer. En la sabiduría del opresor, se sabe que el cuerpo que “dice” y por eso debe ser acotado.
La murga subvierte también esta dimensión y no es tolerable ese desenfreno expresado en disfraces, gestos, baile, risas, burlas, sudor, olor, que porta lo murgueril.
Y asimismo, todos los y las murgueras, conscientes o no de esto, apasionadamente disfrutan de esa sensación incomparable que es sentir el propio cuerpo libre, permitiéndole que se diga a si mismo."
Del Libro : Mueva!!!- Maria Graciela Zavala

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