viernes, 16 de febrero de 2024

 

No privaticen el carnaval

Por Santiago Reich, Técnico en Gestión Cultural e integrante de los Descarrilados de Parque Avellaneda.


Este año los corsos de la Ciudad de Buenos Aires también fueron víctimas del ajuste, en un claro reflejo del ataque a la cultura popular que venimos sufriendo hace años.

Si bien la política cultural hacia el carnaval porteño siempre está en discusión -ya que hay una ley de patrimonio que obliga al gobierno a realizarlo y no lo quieren hacer, porque para ellos es un gasto y un corte de calle-, este recorte llega ahora porque se alinea a lo que pasa a nivel nacional, con el protocolo instaurado por Patricia Bullrich.

Ahí hay algo que hay que cuestionar y discutir que es que se está perdiendo la calle en las celebraciones populares y barriales, y la utilización del espacio público como lugar de legitimación de la cultura y la libre circulación. No nos olvidemos que el espacio público es el que permite encontrarnos todos, todas y todes a disfrutar o simplemente cruzarnos, sin una restricción económica, social, política.

Otro análisis para hacer es la importancia de la comunicación con respecto a este tema. En los últimos 10 años aproximadamente se viene comunicando desde ciertos medios sobre los cortes y no sobre el festejo. He revisado las tapas de los diarios, por ejemplo del medio Clarín, y titulan “vuelven los corsos con 35 cortes de calle”, y no “vuelven las 35 fiestas populares barriales”.

Todo colisiona en este contexto actual, donde además se propone la privatización de la festividad con un proyecto de ley que busca la derogación de las normas sobre el Carnaval Porteño y la prohibición de organización y de erogación presupuestaria para estos eventos por parte del GCBA (Exp. 2902-D-2023).

Esto va a provocar que algunes puedan acceder y otres no. Pero también va a generar una contrapropuesta. Como en el caso del de Gualeguaychú, que tiene como contraparte el Corso Popular Matecito.

Pero ahora quieren achicar la propuesta oficial y cada vez más la popular, la contracultura. Con esta mercantilización están tratando de callar a lo que está por fuera del circuito.

Ser más de lo que somos

El carnaval es el permitirse ser con las diferencias. Es el que nos permite encontrarnos para poder celebrar más allá de todo lo que nos suceda en la cotidianeidad. Es el momento de ebullición de todas las malicias que uno vive en el día a día para olvidarlas por un rato.

También es el que nos conforma. Ser carnavalero hace que mi vida sea de una forma, que piense y entienda el mundo desde esa manera, desde la colectividad, la comunidad y desde una fiesta que tiene que ver con descubrirnos todes iguales. Creo que este festejo nos invita a eso, a ser un poco más de lo que somos.

Para mí, ser parte de los Descarrilados tiene que ver con mi forma de vida y de ser. Los Descarrilados han sido formadores de lo que soy como sujeto colectivo, con mi trabajo, mi formación y la apertura hacia nuevos compañeros. Ellos han sido el primer escalón que me llevó a ser Técnico en Gestión Cultural y actualmente estar escribiendo una licenciatura.

También han sido la expresión popular que he encontrado para llevar adelante la cultura de una forma horizontal.

No hay que olvidarse que esto es un patrimonio vivo, intangible, que se transmite de generación en generación. Transmitirle a un niño de 8 años, desde mi conocimiento, cómo tocar el bombo con platillo tiene que ver con mantener encendida esa llama. Y creo que Descarrilados ha sido, a lo largo de su trayectoria, gran fundador y formador de murgueres, murgueras y murgueros.

Asimismo, este grupo surge en el Parque Avellaneda, tiene la identidad del barrio, ha defendido la Ley 1153 y el Parque sin rejas. Y por eso no puedo más que estar en contra de las privatizaciones, la censura y el silenciamiento de las voces disidentes.

La Ciudad de Buenos Aires crece cada vez más y en esa globalización y actualización de la comunicación, de la cultura, de los géneros, hay que aprender a aggiornarse pero a su vez hay que respetar los patrimonios. Y el carnaval es algo que hay que sostener, al igual que la utilización del espacio público y la cultura popular entendida en su multiplicidad de formas.

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