miércoles, 20 de febrero de 2013

Murgas y Corsos del Carnaval porteño 2013.
Un debate necesario


Por Sebastián Linardi
Una serie de reflexiones sobre el Carnaval Porteño, su identidad y problemas coyunturales, a partir de lo escrito en una nota del diario Página 12.

El diario Página 12, en su edición del 9 de febrero, publicó una nota referida a la movida del Carnaval en la Argentina, escrita por Sergio Sanchez:

1) En esa nota, se destaca la opinión de las murgas de la ciudad de Buenos Aires que hacen “estilo uruguayo” (que en este Carnaval 2013 actuarán en el teatro IFT), quienes siguen reclamando un espacio regular en el Carnaval oficial porteño (no como “invitadas”, que es como pueden participar hoy en día).

2) Y en una sub nota del mismo diario, Ricardo Talento, Director del Circuito Cultural Barracas e integrante de “Los Descontrolados de Barracas” hace una crítica constructiva hacia algunas murgas y organizadores de Corsos:

Agrupaciones Invitadas


1) Respecto al pedido, una vez más, de las murgas de la ciudad de Buenos Aires que hacen estilo uruguayo por su derecho a participar del Carnaval oficial Porteño y no en calidad de “agrupaciones invitadas” como sucede hoy, si las condiciones lo permitiesen, quien escribe cree que, eventualmente, se podría llegar a ampliar el cupo para que participen. Pero no cambiar su carácter de “invitadas”.
Es que ¿como no advertir que algunos sectores tienen una gran idealización del carnaval que se hace del
otro lado del río?. Un carnaval totalmente normado (las tres categorías del carnaval porteño y sus
instancias evaluatorias son una risa al lado de la complejidad del carnaval de Montevideo). Abiertamente competitivo. Y, para escándalo de algunos idealizadores, con escenarios sponsoreados por empresas privadas (como una de las formas de amortizar costos por parte de los organizadores de una festividad social con gran convocatoria y una fuerte identidad consolidada).
En ese escenario se mueven las murgas uruguayas (que no dejan de ser menos bellas, críticas y sinceras por eso, aclaro para evitar melentendidos).
Pero respecto a este reiterado pedido, se recomienda el siguiente ejercicio de imaginación: ¿Qué pasaría si se hiciera lo inverso? ¿Y entonces se pidiera la apertura normativa del carnaval oriental, para que también participaran por derecho propio expresiones de otros lugares, como la porteña o las brasileras?. Simplemente les pegarían un boleo en el trasero. La identidad del carnaval uruguayo está muy firme. Tan firme está, que no la cuestiona casi nadie. Y se defiende sin que le tiemble el pulso a nadie (se sea de izquierda o no tanto). Los cultores argentinos de la murga uruguaya,inclusive. Jamás les escuché cuestionamientos formales y abiertos al carnaval montevideano en este sentido. Sí muchas ganas de participar en él, haciendo el estilo uruguayo. Pero no de que haya apertura hacia otros estilos, algo muy distinto.
Sin embargo, se pretende que el Carnaval Porteño sea abierto, igualando a todas las expresiones por igual. Sin caer en parámetros chauvinistas (que no son válidos), esta ciudad generó un estilo propio (o dos, si pensamos en las Agrupaciones Humorístico Musicales) dentro de los cuales, hay un enorme espectro estilístico, de los que “Centro Murga” y “Agrupación Murguera” no dejan de ser simples etiquetas que, por suerte, engloban una realidad riquísima, enorme y cambiante. Y, más allá de todo, hoy hay una tradición que terminó cristalizando en una forma de expresar el carnaval totalmente particular. Y, en tanto tal, con su aporte y originalidad,enriquecedora de todas las expresiones de carnaval que habitan este planeta. A quien escribe no le tiembla el pulso para afirmar esto.
Hay un aspecto de auto estima popular en esta cuestión. Y es el tema de que, como pueblo, la murga porteña es una de las formas históricas en que los sectores populares de toda la zona de Buenos Aires (mucho más grande que la Ciudad Autónoma) tomó la palabra y cobró (y cobra) visibilidad social. De generación en generación. Y como expresión dinámica que absorbe y reelabora las expresiones de su época. Porque lejos de ser algo inerte, el género porteño es abierto y cambiante, dentro de ciertos parámetros que hacen que todos sepamos que eso es “murga porteña” y no otra cosa.
Y todos sabemos bien que hay algunas murgas o grupos que incorporaron ciertos aspectos de la murga uruguaya, ya sea en lo coral, en el planteo sobre el escenario o lo que sea. Y que lo hicieron dentro de la murga porteña, demostrando la apertura y versatilidad del género local. Tal vez esto redunde, en el futuro, con el tiempo, en un nuevo sub género de agrupaciones porteñas, más de escenario (“Los Habitués” y “Garufa de Constitución” pueden ser tomados como ejemplos de esta variación). Por qué no. La cultura cambia. Y eso, con el tiempo, tal vez podría redundar en una nueva categoría dentro del Carnaval oficial, que incluya a este tipo de grupos que, seguramente, habrá cada vez más. O no. La futurología es un ejercicio a veces necesario (pero no por eso deja de ser un simple ejercicio retórico y de la imaginación).
Pero, sintetizando, ante el pedido de las murgas de la ciudad de estilo uruguayo por ser incluidas de forma permanente dentro de una de las categorías del Carnaval oficial porteño, quien escribe opina que no. Sí que eventualmente puedan participar más, que tengan más visibilidad, cupo o lo que sea. Pero siempre en calidad de “invitados”.
Al igual de lo que sucede en el Uruguay, consolidar cierta identidad adquirida, tomada como “riqueza” (y no como barrera xenófoba), debe ser defendida y promovida desde el Estado, quien debería hacer muchísimo más al respecto, y desde el pueblo mismo. Y claro, dejar que fluya, sin encorsetarla.
La murga porteña hace rato que es un ejemplo de apertura hacia los cambios, conviviendo en igualdad de condiciones las agrupaciones más tradicionales y las innovadoras, cada una con su belleza única, ninguna más válida que la otra. Y este género, como legítima expresión carnavalera que es, es una de las formas que tuvo nuestro pueblo de tomar la palabra y ganar la calle, más allá del gusto de la elite dominante. No es poca cosa.

Comunicación del Espectáculo

2) Pero este razonamiento que deriva en pensar sobre qué es y qué pasa en la fiesta porteña, lleva a retomar lo expresado por Ricardo Talento en la sub nota de Pagina 12 de esa misma edición. Él hace una crítica constructiva hacia la ´perfomance´ de algunas murgas, a lo que pasa en los Corsos y, seguramente lo más inquietante de todo, a cierta incomunicación entre las murgas y el público.
Y dice algo que abre la puerta a la reflexión:
“…nosotros los murgueros y los corseros somos responsables si estamos haciendo del Carnaval una fiesta aburrida o, lo que es peor, “autista”. Nos divertimos entre nosotros, participando de la murga, pero nos interesa muy poco qué queremos transmitir y cómo. Y el corsero prepara el corso para que pasen las murgas, no para que la gente se divierta”.
Antes que nada, bien viene anticipar que todo lo que aquí se señale (cosas muy puntuales) es desde la más absoluta defensa al género porteño. Y por ende, al carácter abierto e inclusivo de la murga porteña, alejado de “castings”, lo que es una riqueza y no una debilidad. Y sobre todo, dejando bien claro que esto se refiere solo a “algunas” murgas (no a todas, como el prejuicio arraigado en ciertos sectores de la población insiste en sostener).
Hechas estas salvedades, es un hecho que hay cuestiones que se pueden trabajar más, y en esto el rol de los directores es determinante, aunque también lo es la apertura de los mismos integrantes de una murga a aceptar las recomendaciones de los directores.
Una de ellas es el trabajar la actitud escénica, ya sea en el escenario o en el desfile. Y acá no se apela a tener que ir a un conservatorio de arte dramático sino a algo tan simple como decir “estoy actuando”, entonces “me meto en el espectáculo”. Es que, desgraciadamente, no es raro, en las presentaciones de ciertas murgas (sobre todo cuando el escenario toma protagonismo) ver a algunos integrantes que simplemente se detienen, empiezan a caminar o a hablar entre sí, olvidándose que el espectáculo sigue con ellos abajo. Y creen que su responsabilidad es solo durante el desfile o la demostración de baile (“la matanza”).
O también sucede ver a los allegados de algunas murgas, caminando “de civil” a la par de la pasada, entorpeciendo la visión del público, lo que llega al colmo del absurdo cuando se paran directamente en frente del escenario, en la mejor ubicación (pero siempre de “aquel” lado de las vallas), tapando el espectáculo a la gente que, con toda la buena fe, se había buscado el mejor sitio ¡para tratar de disfrutar de la murga!
Son cosas muy básicas que se transmiten hacia afuera y que, cuando suceden, dan una imagen de “me importa un bledo, yo hago lo que tengo que hacer y listo” que, inevitablemente, hace ruido en el público. El desgano cosecha desgano. Y a veces, en algunas pasadas, se transmite eso (por más que no sea eso lo que se sienta; no siempre se logra transmitir lo que se siente, como todos sabemos).

Organización de los Corsos

Respecto a la organización de los Corsos, además del tema del sonido, en algunos muy malo, se coincide aquí con Talento en que parecería que todo se hace en función de las murgas y no del público. Por lo menos en buena parte de los del circuito oficial. Y hay por lo menos tres puntos que se podrían solucionar muy fácilmente y hacen la diferencia:
A) Poner en un cartel, desde el inicio, la programación y horarios de ese Corso: No puede ser que uno llega a un Corso ¡y no sabe lo que va a ver! ¿Acaso todas las murgas son iguales? ¿Todas las murgas dan lo mismo? Porque el mensaje que está por debajo de semejante omisión, es ese: “no importa que murga esté”. Se deduce de ello que la identidad de cada murga, saber quien va a estar, evidentemente no sería algo importante a informar. Sería un “da todo más o menos lo mismo”.
B) Organizar Concurso (o pasadas) de disfraces para el público: Algo que siempre se hizo en los Corsos. Hoy por hoy, son los niños quienes se disfrazan y más disfrutan del carnaval. Entonces, que se los premie, haciendo subir a todos al escenario y dándoles un premio simbólico (globos, o lo que sea). Es algo que no cuesta nada, ayuda a dar identidad y pertenencia a la fiesta y además alegra a los niños. Ni más ni menos.
C) Pasar música, entre murga y murga, para que se arme el baile: Aunque sea con dos canciones. En ese sentido, la música sola no alcanza. Debe haber alguien que agarre el micrófono y vaya llevando la fiesta, anunciando las distintas instancias. Eso ayuda. Y muchas veces, vemos corsos que no tienen cara visible. Aunque muchas veces también sucede que no hay tiempo de que se arme ni un baile ni un concurso de disfraces por un encimamiento de las murgas, ya sea por un exceso de agrupaciones o por retrasos inevitables. Pero de todas maneras, no se puede dejar de intentar que en un Corso pasen otras cosas, además de las pasadas murgueras.

Difusión de artistas de géneros locales

Y, acá como comentario adicional, más dirigido a la Comisión de Carnaval, aunque más no sea en ciertos Corsos del circuito oficial, debería preveerse la inclusión de los nuevos artistas (algunos ya no tanto) del 2×4, como parte de una política cultural integral. Es mentira que los Corsos deban ser patrimonio exclusivo de las murgas (no se expresa aquí ninguna novedad con esto, ya que es uno de los debates permanentes de los mismos murgueros). Aunque los corsos son su lugar por excelencia ( la murga porteña debe predominar en las programaciones), se debería lograr intercalar otras expresiones, como por ejemplo, el tango, que sin lugar a dudas es su género hermano.
Hay muchas propuestas tangueras que podrían estar en los corsos, que cultivan el viejo espíritu festivo del tango, una verdadera marca de esta época: Dema y su Orquesta Petitera, La Chicana, Lucio Arce, La Santa Milonga, “Cucuza” Castiello y “Moscato” Luna, Bettinotti Fernandez, Marisa Vázquez, La Biyuya, Juan Penas y Los Bonavenas, Quiero 24, Germán Pontoriero y Polentaitum, ni que hablar de Ariel Prat, tantas orquestas típicas como “Las del Abasto”… y tantos, tantos, tantísimos artistas más… (por no mencionar a los grupos que directamente fusionan tango y murga porteña, como “Los Garciarena”, o que directamente la recrean, como “La Flor y Nata” o “La Matraca”). Grupos que, en algunos casos, hasta cuentan con integrantes en agrupaciones de carnaval que hoy están participando en el circuito porteño. Un encuentro artístico necesario que, desde el ámbito del Gobierno de la Ciudad, en tanto organizador del circuito oficial, se debería fomentar como parte de sus políticas culturales. Pero no lo hace. Ni tampoco se hizo en las Gestiones anteriores, continuando una preocupante separación que desaprovecha la oportunidad de encuentro de géneros y públicos.
Mención aparte merece la dilación de la Comisión de Carnaval en difundir la programación del Circuito Oficial, difícil de comprender cuando se termina concretando una vez pasado el primer fin de semana de Corsos. Una verdadera oportunidad perdida para la difusión de una fiesta popular que debería poder ser “manijeada”, por parte de los difusores, por lo menos una semana antes del inicio, dando la posibilidad de ir preparando informes y recomendaciones que ayuden a ir preparando el clima para el inicio de la fiesta. Razones puede haber muchas y conocido es que la Comisión de Carnaval no cuenta con los recursos que debería por parte de las autoridades del actual Gobierno de la Ciudad.
El debate es necesario. Vale la pena. Y la murga, como forma inacabada, es un ámbito legítimo para ello. Nada se cierra. Ni en la murga, ni en las ideas. Esto es solo el cabezazo de un perro, un toque ante la jugada que abrió la nota de un diario, destinado a quien quiera agarrar la pelota. Es necesario tener el balón, amasarlo un poquito y seguir pasándolo, enriqueciendo la jugada. Jugada que es colectiva y se va armando con la opinión de cada uno. Por eso, para que esto siga, es necesario escuchar otras voces. Parafraseando al por siempre extrañable “Alorsa” de La Guardia Hereje, “siga siga, la pelota no se mancha”. Si de todo esto alguna vez surge un gol, bienvenido sea. Este, fue solo un pasecito.


Nota publicada originalmente en Tinta Roja
http://tintaroja-tango.com.ar/


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